En el artículo introductorio establecimos que la cultura es, ‘básicamente todo’, que está en constante evolución y que es prácticamente imposible el que exista alguien “inculto”. Ahora veamos ¿qué pasa cuando culturas distintas se encuentran? Partamos por aclarar que este es un proceso extremadamente complejo que mezcla lo histórico, lo social y lo humano (así como todo lo que se encuentra de por medio).

Decir sincretismo es decir “combinación” y, en lo cultural, se entiende como ese proceso en el que dos o más culturas (en nuestro caso tres) se ponen en contacto y dan paso a una totalmente nueva (1). La razón por la cual es importante para nuestra zona geográfica y nación es porque, básicamente, de allí venimos.

Como consecuencia de la colonización sucedieron, a distintas escalas, mezclas, choques y encuentros que dieron lugar a la formación de nuevos sistemas culturales que si bien es cierto que tomaron como base a los que le sirvieron de soporte, también lo es que poco a poco fueron desarrollando sus características propias y diferenciadoras.

En nuestro caso somos el producto de la combinación entre colonizadores españoles, esclavos africanos y aborígenes, mezcla de la cual surgió un nuevo grupo que ya no pertenecía a ninguno de los tres, pero heredaba rasgos de cada uno. Éstos fueron nombrados “criollos" y marcaban el nacimiento de una nueva identidad.

Algo interesante es que, aunque en sus inicios fuera sólo limitado al ser humano, el concepto de ‘criollo’ y su característica diferenciación en relación con sus raíces, marcó todo el quehacer cultural de la región, incluyendo áreas tan específicas y relevantes como la política y la lengua. Ejemplo del criollismo lingüístico es el surgimiento del ‘Creole’ y del político las distintas gestas independentistas latinoamericanas entre las que se destacan las lideradas por Simón Bolívar, José de San Martín y Juan Pablo Duarte, entre otros (2).

Para nosotros es precisamente en el hecho de ser una cultura sincrética en donde radica nuestra principal riqueza. Lamentablemente nuestra historia ha sido contada, en la gran mayoría de los casos (por no decir en su totalidad) desde la óptica del colonizador, arrastrando altos niveles de exclusión social, de negación de la herencia negra y de discriminación de los pueblos originarios.

Si escuchas a alguien insinuar que por ser ‘mezclados’ somos menos, te invitamos a explicarle la inmensa riqueza cultural que implica el ser criollos y, por consiguiente, herederos directos de ese sincretismo post-colonización que, literalmente, marcó un antes y un después en la historia de la humanidad y que nos creó permitiéndonos tener una triple identidad geográfica la de dominicanos, caribeños y latinoamericanos.

En próximas entradas veremos qué es el patrimonio, sus distintos tipos y cómo ese sincretismo cultural está vivo hoy, haciendo el ejercicio de identificarlo en casos y zonas específicas de nuestro país.

Fuentes citadas:
(1) Paulino, Alejando & Castro, Aquiles. (2005). Diccionario de cultura y folklore dominicano. ABC Editorial: Santo Domingo.
(2) Andujar Persinal, Carlos. (2007): Identidad cultural y religiosidad popular. Editorial Letra Gráfica: Santo Domingo.

Nota sobre la autora: 
Maricha Martínez Sosa es dominicana, egresada de las Universidades: APEC, Antonio de Nebrija y Católica Santo Domingo, que actualmente está realizando una investigación doctoral sobre la comunicación y difusión de la cultura en la República Dominicana bajo el programa de 'Industrias de la Comunicación y Culturales' de la Universidad Politécnica de Valencia, España.

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